El
ciclo del carbono
© UNESCO.
Ilustración: Eva Medeiros
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El carbono forma
parte de un importante ciclo que involucra la interacción de la atmósfera con
la biosfera, la hidrosfera y la litosfera. El carbono se combina y se recombina
en distintos procesos, formando unos compuestos, y transformándose en otros.
Las
plantas, mediante la fotosíntesis, fijan los compuestos de carbono en forma
de hidratos de carbono. Una parte de estos es consumida por las plantas en el
proceso respiratorio, las que a su vez, liberan dióxido de carbono desde sus
raíces al suelo y desde sus hojas a la atmósfera. Las algas marinas liberan
el dióxido de carbono al agua, donde se disuelve, formando un sistema en equilibrio
con el dióxido de carbono presente en la atmósfera, es decir, a través de la
superficie oceánica en contacto con la atmósfera. Los animales consumen
una parte de los carbohidratos a través de su alimentación (plantas, algas,
otros animales) y liberan dióxido de carbono.
Los cuerpos muertos
de plantas y de otros organismos, las hojas caídas, las conchas abandonadas,
las heces y otros desechos que se depositan en el suelo o se hunden en los océanos
contienen una enorme cantidad de dióxido de carbono y son consumidos por invertebrados,
bacterias y hongos, que lo liberan al aire y al interior de los océanos.
Otro
depósito enorme de dióxido de carbono se encuentra por debajo de la superficie
terrestre, en forma de carbón y petróleo, depósito que se está consumiendo aceleradamente
desde la revolución industrial. La quema de combustibles fósiles aporta grandes
cantidades de dióxido de carbono a la atmósfera, aumentando el efecto invernadero
y con ello, contribuyendo con el calentamiento global.